23 mayo 2009

Fóllame.... en el peg

El ciclo de cine sigue su curso, y cada vez más personas están yendo. Estamos contentas de generar un espacio de encuentro que pueda provocar la reflexión.

El cine logra disparar el pensamiento, remover ideas, y darnos la capacidad de interpretar, tan importante para crear opinión propia.



Pasamos Fóllame (Baise-moi) de Virginie Despentes y Coralie Thin-Thi el viernes 15 de mayo en el PEG. Sabíamos que era una película arriesgada, chocante para muchxs, pero que justamente por ser una provocación nos acercaba de manera diferente a distintos tópicos alrededor de la situación de las mujeres y de la política feminista: La violencia sexual, la libertad y la venganza, los estereotipos de mujer, y la posibilidad que hay en la cultura para que una mujer haga uso de la ira.... entre algunos "temas" expuestos.


Para mí -y obviamente es una lectura personal- lo más interesante de la película es lo que genera en las/os que la vemos. Lo que sucede después, en nuestras pensamientos íntimos y en nuestras interpretaciones. Fóllame provoca pensar.



Después de la película, nos quedamos a comentarla, y fueron saliendo opiniones interesantes que traigo al blog para seguir pensando.

Cuando se ve a mujeres violentas matando, sin arrepentimiento ni culpa, como es el caso de las dos protagonistas de la película, ocurren dos reacciones: O se les juzga con más severidad que si fueran hombres, y por el otro lado, se intenta a toda costa encontrar una justificación a su violencia.



Prendemos nuestros televisores, o vayamos al cine, y nunca faltan las peliculas "de acción" donde abundan personajes masculinos que matan, asesinan, cortan, pelean, siendo los buenos o los malos. Mafia, guerras, cuestiones de honor, celos, lo que sea es buen pretexto para la dosis de violencia a la que estamos -al parecer- acostumbradxs. Hemos visto películas realmente violentas, valoradas como joyas del cine, y las recomendamos haciendo la advertencia de que "es fuerte" . Es como si por debajo de nuestras expectativas cuando vemos una película, estuviera bien solida la idea que es "normal" ver a un hombre haciendo tales cosas.
Cuando vemos a estas dos mujeres -las antiheroínas de la película- matando y aprovechándose de los hombres con los que tienen relaciones sexuales, surge una incomodidad extraña... como si algo no cuadrara. ¿Tan extraño resulta ver a una mujer haciendo uso de su ira sin la menor culpabilidad?.

En este punto, siempre estamos proclives a decir: pero, ¿para qué? ¿cuál es el objeto de "tanta violencia"?....como si el cine tuviera el objetivo de educar/decir qué y qué no es correcto, más aún si quien dirige es una mujer. Después reclamamos a la directora -aún las que no se consideran feministas-: ¿acaso una mujer debe repetir los mismos patrones de violencia masculina? ¿por qué una mujer tiene que actuar como un hombre?.... más allá de reflexionar sobre el género de la violencia, o quien y cómo se hace uso de la violencia -puntos importntes pero que exceden a la película- pareciera que el "debiera ser" estuviera siempre en la punta de la lengua cuando es hora de opinar sobre las conductas y comportamientos de las mujeres...

Hasta aquí muchas/os de nosotras/os habremos dado un "veredicto". Es interesante darnos cuenta de cómo el juicio, impide la reflexión. Si bien la reflexión tiene objetivos, estos no siempre se ven dibujados antes de comenzar a pensar, pero encauzar la reflexión a un juicio -decir si "es correcto o no", "si vale la pena verla o no" "si es violenta o no"- conlleva muchas veces sólo al despliegue de certezas y posiciones que eluden la confrontación, la duda y la contradicción. Y es igualmente interesante, ver que esta reacción de posicionar un juicio, antes que intentar pensar cuestionando seguridades propias, aparece cuando el tema en cuestión es la sexualidad, y aún más la sexualidad en las mujeres.

Aqui viene la segunda reacción, la justificación. Es fácil aventurarse a sacar conclusiones del por qué de las actitudes violentas de las protagonistas. La violación de Manu es motivo para que se interprete el exceso de violencia como una venganza, como una revancha contra el sexo opuesto, para volver a instalar -sin percatarnos- a las mujeres en la posición de buenas-inocentes por sobre todo, "empujadas" a hacer lo que hicieron...
Hay una escena al respecto que me parece muy interesante. Nadine y Manu van a la casa de un hombre millonario para robarle. En el momento en que lo están obligando con pistola en mano a abrir la caja fuerte de su casa, él les dice que está seguro de que deben haberla pasado muy mal para hacer lo que hacen... "La víctima" es un lugar simbólico para las mujeres fijo en el imaginario.

Finalmente, la violación sexual es un punto que es imposible de olvidar al ver esta película. La escena descarnada de la violación sexual a Manu y una amiga suya, por tres hombres, ha sido para muchas/os la escena que evitó que terminaran la película. Al finalizar la violación, Manu le dice a su amiga que "es como cuando aparcas el coche, te llevas las cosas de valor contigo porque no podrás evitar que entren a él". La frase es dura, y nos hace pensar en cómo es abordada la violencia sexual actualmente.

Manu está diciendo en otras palabras, que el riesgo de ser violada es latente en las mujeres. ¿Qué hacemos frente a este riesgo?. Frente a las innumerables noticias de violencia sexual en espacios tan disimiles entre sí como la propia casa, hasta una zona en guerra, pienso, si como opina Virginie Despentes, la violación sexual no está en el centro mismo de la sexualidad. Eso quiere decir abordar la violación sexual no como una "consecuencia" del sistema patriarcal en el que vivimos, sino como una pieza fundante de él, y por lo mismo como una realidad que se vive día a día -¿acaso no es suficiente prueba de ello el miedo y la rabia que muchas mujeres sienten cotidianamente de caminar por algunas zonas de la ciudad?-.
Pienso en las políticas y campañas organizadas contra la violencia sexual, y estas tienen casi siempre un enfoque post-violencia, ya sea contra el perpetuador, o de búsqueda de justicia y de tratamiento psicológico para la persona violentada. Pero ¿qué pasa con el riesgo en sí mismo? ¿Cómo se puede abordar -no solo teóricamente, sino a nivel de políticas públicas- la educación de las mujeres en cuanto a violencia sexual, que no inculque la censura de la propia sexualidad ante el peligro de la violencia? ¿Cómo asumir el riesgo de ser violada no como una afirmación misógina que perpetuaría la violencia, sino como una estrategia política que prepare a las mujeres en la lucha contra la violencia sexual y por la autonomía?

Es difícil aceptar que esto te puede pasar. Nadie lo espera, y por ello nadie lo que quiere pensar. Pero es una realidad que nos impele a actuar. Definitivamente ayudaría si la violación sexual es abordada publicamente -ya sea en cualquier espacio o forma perpetuada- como un asunto político, como un asunto que nos atañe intimamente a cómo pensamos y vivimos la sexualidad en una sociedad marcada por la misoginia y un sistema patriarcal.

Aquí les dejo una entrevista hecha a la directora de la película, Virgine Despentes, a propósito de su libro "Teoría King Kong", donde explica su visión de feminismo, sobre violencia y sexualidad:


"No creo que la violencia sea un territorio no autorizado a las mujeres por naturaleza. No se trata de determinismo biológico. Como tampoco es un territorio natural para los hombres; no creo que éstos nazcan con un cuchillo entre los dientes. Se trata de una construcción cultural muy fuerte. Las niñas que son agresivas, brutales o ruidosas son llamadas al orden, incluso por los padres “feministas”, a veces de forma sutil, siempre firmemente, al menos por los motivos que “los otros” no apreciarán. De forma contraria, un niño impulsivo siempre hace sonreír, siendo el orgullo de sus padres: es una prueba de su buena salud. En los adultos es igual: una mujer agresiva o brutal tiene “algo que no funciona”, hay que regularla, hay que calmarla. Cuando un hombre agresivo sabe imponerse, no se deja manejar. No se valora la potencia frontal en la mujer, siempre debemos imponernos con dulzura. Imponerse con dulzura: ¡se trata de todo un programa! ¡Suerte con ello!
... La cólera y la agresividad son emociones básicas; a todos nos dan ganas de dar un buen guantazo a alguien, al menos una vez por semana. Sobre el plató, estás autorizado para llegar hasta el final de ese deseo. De verdad, pienso que con Fóllame hicimos un trabajo de utilidad pública, puesto que es importante desplazar las fronteras entre quien pega y quien es pegado. Nos hemos dirigido al inconsciente. Una vez más, la imagen no es una exhortación directa del tipo “haz lo que acabas de ver”, sino que toca el campo de lo simbólico al decir “la rabia te pertenece tanto como al otro sexo”.
Lo que fue muy chocante para mi, fueron las reacciones de las mujeres, al salir de ver la película, que se inquietaban y afirmaban: “no se puede decir que las mujeres son violentas”. Se nos prohíbe muy bien serlo. ¿Por qué? ¿Por qué no nos defendemos nunca? ¿Por qué todo el mundo sabe que nos pueden agredir sin riesgo de represalias? Un actor masculino que dijese “me niego a interpretar un papel donde tenga que utilizar un arma”, sería tan penalizado como la mujer que dijese “me niego a interpretar un papel donde tenga que desnudarme”. ¿Por qué respetar los roles en los dos sentidos? ¿Por qué salen siempre los hombres con una pipa y las mujeres medio desnudas? Aquello que es obligatorio no resulta divertido. Y nunca es inocente."(
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